domingo, 7 de octubre de 2012

¿Bibliotecas Públicas o Cárceles de Libros?



Es cierto que la mayor cantidad de libros posible se encuentra en las bibliotecas. Sin embargo, una biblioteca no es el lugar idóneo para un libro como tampoco la cárcel es el lugar apropiado para una persona decente y buena conducta. El encierro es para los delincuentes y criminales que atentan contra la paz y el bien común de nuestras sociedades. Pero si a un libro se le encierra detrás de una vitrina y se le pone etiquetas de clasificación sería porque alguien ya lo hubiere considerado como una amenaza, que provoca la subversión de los pueblos, que desestabiliza la tranquilidad de las sociedades anquilosadas en ideas retrógradas y falsa moral y que podría terminar en una revolución.

-José Luis Núñez (Apuntes sobre libros y literatura)


1.- Al día de hoy, y desde siempre, una biblioteca pública se parece más a una cárcel de libros que a un espacio de aprendizaje. ¿Cuáles son las razones que me motivan pensar así? Cuando trabajaba en la Fundación Libros para Niños, junto a Eduardo Báez Cruz (q.e.p.d.) y José María Campos Mercado, concebimos la teoría de que las bibliotecas no cumplen con la función primordial que es heredar y transmitir el conocimiento a los estudiantes de todos los niveles escolares (ni siquiera promueven el interés y el gusto por los libros y la lectura), sino que se dedican a reglamentar a los visitantes y a categorizar las distintas ediciones de libros. Considerando que las ediciones con que cuentan las bibliotecas públicas son, en su inmensa mayoría, obsoletas y desfasadas.

2.- Pues bien, entrémonos en materia, ¿por qué una biblioteca pública se parece más a una cárcel de libros? Primero, en las cárceles hay normativas que los reos o sus familiares no pueden y no deben transgredir, lo mismo que en las bibliotecas el usuario-lector no puede y no debe ignorar. Además, dichas normativas son tan estúpidas como las que deben cumplir los reos en las cárceles. Segundo, en las cárceles hay guardias que custodian sus instalaciones para que ni los reos se escapen ni sus familiares entren como Juan por su casa, lo mismo que en las bibliotecas hay una persona (generalmente es una señora de edad) que cuida los libros para que ningún usuario-lector se los lleve (por olvido). En las cárceles, la única persona que puede autorizar la salida de un reo o la entrada de un familiar es el alcaide o un juez competente. En la biblioteca, es la bibliotecaria o un superior quien decide el destino y uso de los libros.

3.- Podríamos encontrar más razones por las cuales una biblioteca pública hoy en día se parece más a una cárcel de libros que a un templo del saber que estimula la vida y el conocimiento. Sin embargo, preferimos profundizar más en los dos puntos señalados anteriormente, no sin antes insistir que las bibliotecas públicas deben cumplir con la función vital de transmitir el conocimiento a los estudiantes, de facilitar experiencias de aprendizajes, y deberían de asumir la responsabilidad y el compromiso de estimular experiencias lectoras agradables que las escuelas no han podido cumplir. Lamentablemente, al libro se le trata como si fuera una toxina, un agente tóxico.

3.- A continuación, listo algunas de las normativas que a mi consideración son estúpidas y que se aplican en las bibliotecas públicas. Procuraremos, hasta donde nos sea posible, establecer vínculos y relaciones, entre el trato que reciben los reos en las cárceles y el trato que reciben los libros y los usuarios en las bibliotecas públicas. Cabe aclarar que no existe una normativa estándar que los usuario de las bibliotecas públicas deban cumplir como un dogma, al pie de la letra (de ahí que entre una y otra biblioteca pública varíe el tipo de normativa, al menos en cuanto a contenido, no en sus propósitos) y que las normativas que aquí se indican se han tomado sólo como ejemplo para ilustrar el comportamiento grosero e irresponsable de las bibliotecarias.

1.- Prohibido entrar a la biblioteca en short y chinelas o con la camisa por fuera y desabrochada


4.- Una prohibición de este tipo es incompatible con el derecho que tenemos todas las personas a acceder a la literatura universal, regional y local. Y no sólo es incompatible sino, también, discriminante. ¿Cuál es el motivo que lleva a las bibliotecarias a aplicar esta normativa? Pensemos que lo hace estrictamente por orientaciones de sus superiores y no porque considere que quien visite vestido de esta manera la biblioteca pública ofende a los demás usuarios que sí visten de forma presentable, respetuosa y correcta a su encuentro con el saber. Pensemos que lo hace más por obediencia y sumisión, mismas que le permiten conservar su trabajo, y no porque sus años y sus dificultades para conciliar sus emociones con sus procesos fisiológicos (menopausia) le hayan convertido en una vieja histérica y amargada.

5.- Pienso en estos momentos en aquellos niños, niñas y adolecentes que viven en los barrios y en comunidades rurales que carecen de las condiciones económicas para vestir según la demanda de las bibliotecas públicas o más bien como lo exigen sus administradores. Por calzar de chinelas, andar sudorosos, expeliendo mal olor, los pies sucios, la cara curtida, camisa descolorida y desabrochada, se les negará toda posibilidad de acceso a la biblioteca y a los libros para poder hacer sus tareas. ¿Queremos que el futuro de nuestro país descanse de verdad en el presente de nuestra niñez? Pues dejemos a un lado las imposiciones y las estupideces que crean líneas más grandes de separación y estimulan la marginación y la discriminación por condición social y económica.

6.- Si el usuario de la biblioteca pública es estudiante de alguna institución educativa, sea primaria, secundaria o la universidad, es requisito indispensable que porte correctamente el uniforme escolar azul y blanco, su escarapela o presente su carnet de identificación (en caso de pertenecer a la comunidad educativa de un colegio privado o de una universidad) de manera que la bibliotecaria tenga la certeza de que se es una persona de confiar. ¡Habrase visto! Definitivamente, las bibliotecarias tienen tanta imaginación (esperemos que sea por haber leído tanto, por haber disfrutado tanto el placer de leer) como para suponer que el niño, la niña, el adolescente o el joven que les visita pretenda asaltarles, robarles o cometer otro delito más a la altura de un gánster.

7.- Ni en chinelas ni descalzos. Y menos en short. Con uniforme y bien presentable. Pero, ¿quién le ha dicho a la bibliotecaria o a quienes se han dedicado a imponer sus normas dentro de las bibliotecas que el usuario-lector para aprender necesita distinguirse y/o parecerse en el modo de vestir a los estudiantes light? ¿De dónde se han inventado que vestir de short, calzar chinelas o andar descalzos es no reunir los requisitos imprescindibles para acceder al aprendizaje? Tanto más aventajado económicamente puede ser un estudiante de ciudad como astuto será un estudiante de barrio o de origen campesino y ambos (si se les da la oportunidad de ponerse en contacto con los libros, sin objeciones ni limitaciones y en plena libertad) podrán desarrollar experiencias únicas, significativas y correspondientes con su entorno, sus necesidades y ambiciones tanto que su visión de desarrollo ya no será la misma.

8.- Algunas de las condiciones necesarias que se deben tomar en cuenta al momento de construir experiencias de aprendizaje podrían ser: la disposición de la persona para asimilar el conocimiento, requerir de un espacio adecuado y oportuno (que incluya la iluminación necesaria) para evitar distracciones y, por supuesto, contar con una alimentación sana y balanceada con vitaminas y proteínas que estimulen las neuronas. Además, se hacen necesarios recursos como cuadernos o libretas y lapiceros (para aquellos que acostumbran tomar notas). Todo lo demás que se diga considérese ofensivo y vulgar a la incipiente y pueril intelectualidad que a fuerza de resistencia, capricho y voluntad se va entretejiendo en las calles, en los barrios, como un parásito desesperante que amenaza, con un nuevo discurso de justicia y de igualdad, el equilibrio y la estabilidad de un sistema que no responde oportunamente a las grandes necesidades de las masas. 

2.- Solicitar y devolver a la bibliotecaria la bibliografía


9.- Por si acaso se nos olvida, la biblioteca es de uso y servicio público donde se privatiza nuestro espacio y por ende nuestro interés. Se privatizan los libros. Se privatiza el aprendizaje. ¿Existe el capitalismo salvaje dentro de las bibliotecas? ¡Claro que existe! Si los libros de una biblioteca son de utilidad pública y la biblioteca presta un (supuesto) servicio social, entonces, ¿por qué los estantes están cada vez más lejos de los usuarios-lectores? Sólo la bibliotecaria y su asistente (en caso de que la tenga) conocen la ubicación de cada libro. Al usuario-lector sólo le queda solicitarlo y luego devolverlo, no sin antes llenar la ficha. ¿Por qué negarle al usuario-lector la experiencia de explorar las profundidades mágicas de la biblioteca? ¿Por qué no permitirle que construya desde su propia búsqueda un nuevo conocimiento? Simplemente, porque esta experiencia se ha privatizado.

10.- Muy a menudo sucede que la bibliotecaria está de muy mal humor y en ocasiones se hace la sorda. Y digo que se hace la sorda porque considero que es demasiado común que casi la mayoría de las bibliotecarias te pregunten no sólo una, sino, dos, tres y hasta cuatro veces por el título del libro que uno requiere. Y si acaso dices el título del libro al revés, te corrigen con un tono poco amigable que si las palabras fulminaran nadie volvería a las bibliotecas. ¿Acaso uno no tiene derecho a equivocarse? ¿Tan perfeccionistas y arrogantes son que no te permiten la mínima distracción?

11.- Es sumamente agradable que cada usuario-lector disponga en libertad de la amplia bibliografía de que constan las bibliotecas, aunque esta bibliografía se corresponda más a ediciones con fines comerciales y no con la estimulación de experiencias placenteras. Las ediciones comerciales abundan en las bibliotecas. Y las bibliotecarias las tienen por mejores. No es una editorial o una bibliotecaria la que definirá si una publicación es buena o es mala. Y menos tenerla entre los gustos y atracciones de los usuarios-lectores. Así que estoy totalmente seguro que si al usuario-lector se le diera la oportunidad de explorar abiertamente, sin limitaciones, la estantería de las bibliotecas, probablemente desaparecerían la mayoría de los libros, tanto por no ser atractivos desde su presentación como por no contar historias que estimulen la vida.

3.- Guardar silencio mientras se consulta un libro, para no interrumpir a otros usuarios de la biblioteca


12.- Otra normativa estúpida es esta que trata del silencio, o mejor dicho la que nos manda a callar. ¿Por qué se nos manda a callar cuando estamos dialogando con nuestro mejor amigo, el libro, si la profesora o el profesor nos insisten mucho en que el libro es para dialogar? Y ellos mismos nos enseñan que el diálogo se da entre dos. No puede haber diálogo entre uno que habla y otro que calla. El silencio es de aplicación exclusiva de los dictadores, cuando sus opositores, inconformes con su realidad, denuncian atropellos, injusticias, abusos de poder, encarcelamientos, tráfico de influencias, manipulación, entonces, como represalia, se les manda a callar, ya sea arrancándoles la lengua o por medio de técnicas más solapadas.

13.- La excusa (de la bibliotecaria) girará en torno a que cuando hablamos o leemos en voz alta dentro de la biblioteca podemos distraer a otros usuarios que sí están concentrados. En pocas palabras, las personas que consultan sus libros en silencio sí saben de técnicas de estudio y aprovechan oportunamente aquel espacio. ¿Acaso uno que lee en voz alta dentro de la biblioteca no hace buen uso del espacio? ¿Bajo que parámetros o indicadores la bibliotecaria se atreve a discriminar entre quién sí hace buen uso y quién no hace buen uso de la biblioteca y de los libros? O será que ¿la bibliotecaria nos manda a callar por la simple y sencilla razón de que es una señora que pasa el mayor tiempo de su vida irritante por causa de sus insaciables deseos? Si es así, ¿qué culpa tenemos nosotros que la bibliotecaria a su edad ya no tenga las satisfacciones ni los orgasmos de su juventud?

14.- Pensemos mejor en que la bibliotecaria es una señora a la antigua, con pensamientos retrógrados, propios de la Edad Media y de la Santa Inquisición, a la que sus hijos (ya todos mayores de edad, casados y con hijos) le han provocado un disgusto. Les ha llamado la atención porque ha encontrado calcetines tirados por el suelo y ropa interior colgando de las paredes como banderas que dan la bienvenida a cierto visitante extranjero y éstos le han hecho ver que ya no son sus “niños chiquitos” sino personas adultas que pueden hacer lo que se les venga en gana. Esto le ha obligado a pensar en que todo su esfuerzo durante tantos años por inculcarles valores y hábitos correctos fue en vano. ¡El cielo se le vendrá encima!

15.- Cuando leo un libro que me interesa porque me han contado algo sobre él y su autor o porque en la escuela el profesor (o la profesora) me lo ha mandado a leer porque ahí encontraré la respuesta a mi tarea y me encuentro con palabras desconocidas, a falta de contar oportunamente con un diccionario, o frases gramaticalmente poco digeribles, redactadas en un lenguaje técnico y purista, pregunto a la persona que tengo más cerca sobre el posible significado de esas palabras y frases, de manera que si bien no tengo una definición precisa y exacta podré tener un acercamiento.

16.- Si no se nos permite leer en voz alta, entonces, nunca aprenderemos a dar la entonación adecuada a aquellas palabras cuya acentuación y pronunciación nos resulta una tortura y, menos, si se trata de frases interrogativas, exclamativas o aseverativas. ¿Por qué muchos estudiantes al día de hoy, inclusive profesores (formadores) tartamudean y cancanean al leer en voz alta y leen un texto completo de forma lineal, irrespetando hasta sus signos de acentuación y puntuación? Cada texto tiene su propia forma externa e interna. Es como una música con tonos fuertes y bajos. Cada palabra, cada frase, tienen una función específica. Crear armonía. Inspirar nostalgia, amor. Así que hablar con el libro es descubrir secretos. Leer es una verdadera aventura, es un placer de infinitas sensaciones. Aprender (hablando) es el mejor juego (literario) al que todos tenemos derecho a acceder sin límites. 

4.- No doblar ni rayar las hojas de los libros ni sentarse sobre ellos


17.- Esta prohibición se conforma de dos partes. Estoy totalmente de acuerdo con la primera. Con la segunda, tengo mis dudas. La primera parte trata sobre la prohibición de infringir daño a nuestros semejantes. ¿Es el libro nuestro semejante? Desde luego el libro es una composición de papel y el papel procede de los árboles y los árboles tienen vida, es nuestro semejante. Con la diferencia de que físicamente no se nos parece. Pero espiritualmente sí lo es: el libro respira nuestras ansias, nuestras preocupaciones, nuestros miedos, respira nuestros sueños, se queda con ellos, los toma y, lo mismo que los árboles hacen con el dióxido de carbono, nos las devuelven convertidas en esperanzas.

18.- Si con la punta de un lápiz hinco a la persona que tengo al lado en su hombro o en su brazo lo más probable es que se queje, si no de dolor, pues, de cierta incomodidad. Si tiro de los pelos a cualquier persona con seguridad gritará. Si le doy una patadita en el trasero o en la ingle (mejor no nos imaginemos lo que pasaría)… Ni más ni menos sucede con nuestro buen amigo, el libro, cuando estrujamos sus páginas, las doblamos o las rayamos. Se diferencia de nosotros, también, en que no se puede quejar de las mil y una formas que lo maltratamos. Y si pudiera hacerlo, tampoco reaccionaría de la misma manera que nosotros. Nuestra tendencia, cuando se nos agrede, es responder con grosería y violencia. Y el libro está hecho para enamorar, educar, hacer compañía, así que no esperemos de él rechazos y malos gestos. Y pregunto: ¿a quién le gustaría que sus brazos fuesen doblados hasta estirarlos o arrancarlos o que en su cuerpo se tatúe un dinosaurio con filosas navajas?

19.- La segunda parte de esta prohibición trata de algo que a lo sumo podría ser contradictorio, desde la lógica que voy a abordarlo. Partiendo del hecho de que los libros son nuestros semejantes, pues sería algo incorrecto sentarnos sobre ellos. Es como si tomáramos a la persona más querida de nuestro círculo (llámese familia, amigos, compañeros de labores, etc.) y lo tumbáramos por el suelo para sentarnos sobre su rostro. ¿Cómo se sentirá la persona que sea víctima de esta ignominia? Entonces, si los libros tuvieran la misma capacidad de sentir que nosotros, ¿cómo se ha de sentir cada vez que te sientas sobre él? Si las personas nos sentimos ofendidas cuando somos víctimas de abusos y atropellos a nuestra dignidad, pues ni más ni menos sucede con los libros.

20.- Lo otro es que las bibliotecas públicas se han modernizado tanto hasta el día de hoy que muchas ya cuentan con aire acondicionado. Si al aire acondicionado le sumamos las ventanas cerradas y las sillas y mesas de metal, pues tenemos un ambiente parecido al de los polos. Entonces se nos hielan los huesos, se nos empalidece la cara, se nos entumen las manos y los dedos y (¿por qué no reconocerlo?) hasta las nalgas sentimos que se nos han quedado atoradas a la silla, con el temor de que al levantarnos necesitaremos con urgencias de la ayuda de un paramédico. Bien, para evitar que nos suceda conforme nuestro temor, nos sentamos con las piernas cruzadas sobre la silla o mejor dicho sobre el libro que hemos dispuesto sobre la silla. Si las bibliotecas se transformaran (y sustituyeran sillas y mesas de metal por sillas y mesas de madera), nos ahorraríamos muchos inconvenientes.

5.- No arrastrar sillas y mesas, para conservarlas en buen estado


21.- Me llama mucho la atención lo que dispone esta normativa. Y para ser honesto, estoy de acuerdo con lo que pide, siempre y cuando no lo exija ni lo obligue. Arrastrar una silla o una mesa por el piso de la biblioteca provoca un chirrido delirante y atormentador para nuestros oídos. Y es que nuestros oídos son órganos altamente sensibles con funciones específicas de regular los decibeles o intensidades de los diferentes sonidos para que los podamos disfrutar. ¿Y si las sillas y mesas de la biblioteca son de metal? No sólo dañan nuestros tímpanos sino también rayan el piso. La música de todos los días, los altoparlantes de los mercados donde se anuncian productos e inclusive se ofrece el cielo, el claxon de los vehículos, los gritos en sus diferentes escenarios, tienen sus repercusiones negativas en nuestro órgano auditivo. Entonces, ¡es justo que en las bibliotecas se respete no sólo nuestro encuentro con la lectura sino también nuestra salud!

22.- Por otro lado, si sustituimos las sillas y mesas de metal por sillas y mesas de madera tendríamos un ambiente mucho más agradable en la biblioteca, pues las sillas y mesas de madera nos ponen en contacto y nos acercan al espíritu de la Madre Tierra. Y más si su diseño es rústico. En cambio, las sillas y mesas de metal son tan heladas que enfrían el ánimo, el interés, y matan toda intención de aprendizaje. Ahora bien, pensemos en lo siguiente: el libro se compone de una estructura básicamente de papel. Y el papel se elabora a partir de la corteza de los árboles. ¡Millones de árboles son decapitados a diario para que podamos disfrutar de un centenar de ediciones de literatura buena y mala! Y si las sillas y mesas en la biblioteca son de madera, entonces, ¿no se facilitaría el diálogo entre el espíritu de los bosques y el espíritu de los libros que, al fin y al cabo, contienen (y proceden) ambos la misma esencia?

23.- Entonces, ¿por qué insistir en llenar las salas de las bibliotecas con sillas y mesas de metal? ¿Por qué no pensar en la posibilidad de que la biblioteca pública experimente una transformación profunda en cuanto a diseño y estética, como por ejemplo: eliminar las sillas y mesas y acondicionar la sala con cojines y petates de manera que el usuario-lector pueda concebir sus experiencias lectoras dentro de un marco de respeto a su integridad física, psíquica y emocional y por ende más agradable? La sustitución de las sillas y mesas de metal por sillas y mesas de madera (o por cojines y petates) simplemente haría inservible y más estúpida la prohibición de “no arrastre”. Y no es que se asegure que el usuario-lector será más responsable con el uso de los muebles sino, por lo menos, se estimularía el aprendizaje en condiciones más favorables.

6.- No consumir ni bebidas ni alimentos dentro de la biblioteca


24.- A algunas personas, cuando consultan un libro, les da por comer. Pero, definitivamente, hacer esto en la biblioteca sería como cometer sacrilegio o pecado capital. Sin embargo, detrás de los estantes vemos a la bibliotecaria atiborrarse de panes, frutas, tortas, bebidas, y mirando por encima de sus espejuelos y a través de las ventanas hacia el corredor. ¿Cómo es posible que la persona responsable de aplicar dicha normativa, por demás estúpida, incurra en una falta tan grave? Todo lo que puedo decir es que se trata de una persona, simplemente, con un estómago ansioso, como las hay muchas. Pero, vayamos al grano: la justificación de esta prohibición se basa en que cuando estás comiendo o bebiendo podrías manchar, aun sin querer, las páginas del libro, lo que lo dejaría con una mala presentación para otro usuario que lo necesite.

25.- Para lo anterior, sólo se me ocurre una respuesta: ¡ya no somos niños! Y tampoco somos unas personitas cualesquiera. ¡Somos lectores que hemos aprendido a tratar al libro mejor que nuestra propia familia nos ha tratado! Entonces, ¿hay o no hay que comer y beber mientras se disfruta de la placentera compañía de un libro? No sólo me parece que la prohibición es estúpida sino, también, que en las bibliotecas debería haber una cafetería donde se ofrezcan bebidas naturales y tortas hechas de maíz. ¿Y si por accidente le damos vuelta a nuestra bebida sobre el libro? ¿Y si por descuido manchamos las páginas del libro con residuos de nuestra torta? ¡Eso estaría muy mal! Para evitar cometer dichos errores se habrá de diseñar una bandeja para ubicar las bebidas y las comidas y no apretujarlas junto a los libros.    

A manera de conclusión:


26.- Todas estas normativas y otras que no he considerado hacen que las bibliotecas públicas se parezcan más a una cárcel de libros que a un lugar de encuentro con el aprendizaje, la libertad y la recreación. Es vital, para que las bibliotecas públicas cumplan con esa función específica para la cual fueron  diseñadas, instituidas y establecidas que integren dentro de sus principios (si los tienen) el respeto a la persona y a su libertad como un factor estimulante y de emancipación y que se alejen, lo más pronto posible, de la función moralizante para lo cual fueron concebidas. Si dentro de las bibliotecas públicas no hay libertad y tampoco se respeta al individuo como persona que se construye a sí misma en cada encuentro con la literatura, de nada sirven las bibliotecas y tampoco son útiles los libros que alberga. La libertad genera entusiasmo por la vida. Y la vida genera mayor entusiasmo por la adquisición de conocimientos y la asimilación de experiencias que moldean la personalidad de cada lector.

27.- Las prohibiciones, como las anotadas y comentadas arriba, sólo cumplen con la función de crear aversión en los lectores no sólo hacia los libros (que nos lo presentan como sagrados) sino, también, a las bibliotecas como espacio público y abierto para el aprendizaje y la recreación y ya no se diga hacia las bibliotecarias que por encima de sus anteojos culo de botella te echan miradas como víboras. Si los lectores se alejan de las bibliotecas, si no hay personas que las visiten de vez en cuando, entonces ¿para qué sirven? Si los libros dentro de las bibliotecas no pueden ser leídos y sus páginas se vuelven amarillas por la cantidad de polvo acumulado y las cucarachas y ratones han dejado sus cuitas sobre ellos, entonces ¿para qué sirven? Si la bibliotecaria, aun con su vestimenta estrafalaria y su cara de desconsuelo se va haciendo vieja o más vieja encerrada en la biblioteca porque ha perdido toda posibilidad de contacto con el mundo exterior, entonces ¿para qué sirve?

28.- Sobre todo lo anterior, debemos entender dos cosas. La primera es que si una biblioteca está atestada de literatura de alta calidad y actualizada pero no cuenta con visitantes (usuarios, lectores) es como una cárcel llena de reos que no reciben visita de su familia. Si la vida de una bibliotecaria (durante su jornada laboral) es demasiado aburrida contando con algunos grupos de visitantes, lo será más cuando nadie asista regularmente a las bibliotecas. Así que unos libros que no son utilizados por nadie, bien ordenaditos en sus estantes, no pueden ser otra cosa más que prisioneros (del sistema y de la bibliotecaria). La segunda es que las normas son prohibiciones que incentivan en las personas el deseo de violentarlas. No existe ninguna prohibición en el mundo que no sea violentada. Lo mismo que con los Tratados Internacionales sucede con las pequeñas leyes de un país, por muy espurio que sea.

29.- Intentaré, ahora, rescatar un punto que considero de suma importancia, por el cual no se establece ninguna relación entre los libros y los usuarios de las bibliotecas públicas y los reos de las cárceles sino, todo lo contrario, y es que, afortunadamente, a los reos (dentro de las cárceles) no se les prohíbe hablar, y en ocasiones, los reos hasta abusan de ese derecho y que dentro de la cárcel es un privilegio. O sea que de todas las libertades a las que tenemos derecho como ciudadanos el hablar es lo único que no se les restringe.


El Viejo, 22 al 25 de septiembre de 2012

José Luis Núñez

domingo, 6 de mayo de 2012

Mario Montenegro: entre el cuento, la música y la pintura



El más grande exponente de la literatura infantil nicaragüense

Mario Montenegro. Feria Internacional del Libro en Centroamérica
1.- Mario Montenegro, poeta peregrino y errante en los colores del arco iris; pintor y trovador de sueños y esperanzas; tejedor de armonías; escultor de la palabra, de la música y la idea que conspiran en el arte de recrear y provocar emociones. Es dueño y creador de su propio mundo: un mundo fantástico, alegre y compartido; se cobija en las alas de las mariposas con el susurro del viento que le canta al oído.
2.- En su mundo no hay espacio para la nostalgia ni el dolor, o más bien no permite que hagan nido en su sabio corazón de niño, porque todos esos sentimientos los convierte en jazmines para adornar las ventanas de su natal Pueblo Verde. Las aventuras, el deseo de vivir, correr tras la aurora bajo un aguacero de poesía, dormir en la orilla de los versos mientras se columpia en su hamaca-pentagrama, y despertar con el beso de la inocencia: un regalo para contagiar al planeta de su alegría, para inyectarle adrenalina, y volverlo al caudal serpenteante de la vida.
3.- En el patio de su casa, que no es muy grande, pero lo suficientemente cómoda para él, sus hijos y alguno que otro amigo que le visite, comiendo hierba fresca y margaritas, yacen un par de flamantes corceles: un caballito de cartón y un caballito de palo. Con el primero, navega entre las constelaciones; de salto en salto sobre los astros, saluda la refulgencia y la majestuosidad de las estrellas azules, y él mismo se transforma en un conejito azul que vaga y vaga por el espacio. Con su caballito de palo, recorre el campo de las higueras, montañas y valles para oír el canto del tucán, la canción del río, y regresa por las calles empedradas del barrio sonando los timbales de los cascos de su caballo.
4.- Mario Montenegro es una leyenda hecha realidad, una canción de agua para vestir la armonía del fuego. Cada vez que pulsa las cuerdas de su guitarra dispara, sobre el público que lo escucha y lo ovaciona, balas de amor y ternura. Mario Montenegro se desnuda, se desviste, se quita la ropa sucia y se permite ser él mismo, sin el ropaje ni el disfraz que la sociedad nos impone. No se niega a gozar de la salud del aire, ni menos, a procurar ser una persona natural: con los mismos sueños y fantasías, las risas en las calles, y las canciones que estremecen el coqueteo de la luna reflejada en el fondo del mar azul.
5.- Es un artista concebido en el vientre del pueblo, nacido de un orgasmo entre el burro Gricelio y la burrita Mercedes, habitante anónimo del corazón de la gente; toda su obra es un río de colores que fluye como manantial en el charco de la alegría hacia las venas subterráneas, terrestres y aéreas de su Nicaragua: “tan bella, tan nuestra, tan jodida… pero tan nuestra”. Su entusiasmo por la vida es inigualable, y su talento una herencia innegable. El único entre los artistas nicaragüenses que se ha dedicado, por más de treinta años, a la creación de literatura infantil: cuentos y canciones. Mario Montenegro es el más grande exponente de la literatura infantil.
6.- Pudiéramos comparar a Mario Montenegro con el clásico mexicano Cepillín, y a diferencia de éste, Mario no escribe ni canta para niños (según sus propias palabras), sino para él mismo, y no para alimentar su ego, sino para arrullar y alimentar al niño que no ha dejado de vivir ni de soñar, muy a pesar del medio siglo que ya carga en sus hombros. Los personajes de sus cuentos, canciones y pinturas (y aun, los que viven dentro de él), son más que protagonistas de una historia. Son sus hijos. Una proyección de la paz y la energía cósmica que reina en su existir. No son sólo pensamientos ni sentimientos expuestos en una escena, sino animadores fantásticos de nuestra realidad, “para que se muera de arrechura la tristeza”, según sus palabras.
7.- Alguna vez Mario Montenegro afirmó que no conoce de técnicas para el ejercicio creativo de la escritura, sino que se permite con toda la libertad del mundo que la inspiración llegue, lo abrace, lo acose, y al instante lo deje. Entonces, él toma la idea, los vestigios de esa entidad, y la va moldeando como el más hábil alfarero, hasta darle las dimensiones precisas y adquiera la forma de un cuento, una canción o una pintura. Cree en la inspiración, pero cree más en el oficio.
8.- Será por todo esto que la vida lo ha premiado con tantos hijos. Puedo asegurar, me atrevo y corro el riesgo, que entre sus hijos predilectos está la cabra Antonia, simpática y juguetona, pero también rebelde y atrevida. Y no cabe la menor duda que Mario Montenegro es el padre tierno y amoroso que le canta el arrurú a su pobre negrito mientras lo hamaquea en sus brazos para que se duerma, con la ilusión de despertar en un mundo “donde no haya ricos ni pobres”, que “sí será mejor”.
Mario Montenegro. Feria Internacional del Libro en Centroamérica
9.- Que si Mario Montenegro tiene una musa que lo inspire, ¡no lo creo!, y si acaso la tiene, será la niña Mercedes o la nanita Engracia o la luna. Él escribe, de la misma manera que nosotros soñamos, mientras Serafín bebe en su taza de café, o Juan José mira por la ventana un archipiélago de estrellas que gira y gira  en torno de la luna. Todas las personas tenemos un fantasma que nos atormenta o que hace de ángel de la guarda, no así Mario, que tiene a la Gárgola, y la suelta en las noches para que contemple los valles y la ciudad y al volver le lleve historias acerca de los dioses de la tierra.
10.- Mario Montenegro es poeta, cantautor, pintor, pero ante todo y sobre todo, es persona, del origen más humilde; es el hombre que se pasea entre el bullicio de la gente; un niño atrapado en el cuerpo y la responsabilidad de ser adulto; y en sus ojos brilla el canto de la selva, la risa del jabalí, su pasión por la vida, y no el símbolo de una moneda… Con el legado de mis abuelos, los indios Lencas que habitaron las islas y las costas del Golfo de Fonseca, me quito mi sombrero de palma y lo extiendo a Su Majestad con el orgullo de mis patas polvosas y de mi ser nicaragüense… Mario Montenegro, ¡loado seas!

Jinotepe, 6 de abril de 2006

José Luis Núñez

miércoles, 11 de abril de 2012

Actividades para despertar el interés y el gusto por los libros y la lectura

Sugerencias para docentes de educación primaria y secundaria
Muchacha enamorada de la lectura y de los libros


1.- Lleve al salón de clase un libro de cuentos, de poesía, una novela, chistes, caricaturas, revista, etc. Y dígales a sus estudiantes que ha invitado a un amigo de su infancia, que es muy especial, explíqueles que es alguien muy importante y ubíquelo en una especie de altar improvisado en el centro de todos, o en el lugar que ellos propongan. Hasta este momento ellos sabrán que se trata de un libro. Déjelo y vea lo que pasa: se arriman a observarlo, hacen círculo, alguien lo pide prestado para leerlo, le sugieren que lo ponga en otro sitio, etc.
2.- Lleve al aula una pintura, un dibujo, una maqueta, o un plano, e invítelos a observar cada detalle y lo anoten en sus cuadernos, incluso aquello que les parezca insignificante o que les resulte atractivo. Luego que compartan en voz alta lo encontrado en la imagen. Rételos a inventar una historia con todo lo hallado.
3.- Antes de iniciar la clase, dígales que ha llegado disfrazada del personaje de su cuento favorito, pero escoja uno de los personajes malvados de manera que se muestren curiosos y pregunten por qué escogió a tal personaje. Justifique con respuestas improvisadas, y pídales luego que se disfracen con un personaje. Oriénteles que la clase será un cuento maravilloso con todos los personajes que han asistido (anímelos para que se olviden de sus nombres reales y se llamen con el nombre del personaje del cual se han disfrazado).
4.- Haga de la clase una fiesta de espantos y pida a sus alumnos que se disfracen de ahuizotes. No olvide que usted será primero en disfrazarse. Antes de finalizar la clase sugiera hacer un cuento con todos los ahuizotes presentes. El cuento puede ser oral o escrito.
5.- Cuénteles una historia de humor, miedo, misterio, romance; dígales que es una historia real que vivió usted, aunque no sea cierto. (Si, mientras usted cuenta la historia o al finalizar, ellos empiezan a hacerle preguntas, responda y no se preocupe por las respuestas. Ellos se darán cuenta que su historia no es realmente su historia, pero estarán encantados de que la haya asumido como suya). Invítelos a contar sus propias historias.
6.- Lea un cuento o poema de amor, indique el título, su autor, nacionalidad, pídales que digan el nombre de una persona que se encuentre en el aula para dedicárselo. Pregúntele a la persona si desea que se le dedique y comience, más o menos, con estas palabras: “porque naciste el día que mi corazón se abrió al universo como una flor ofreciendo su perfume… este poema (o cuento) te dedico yo”. Léalo como si realmente estuviera enamorado/a de la persona.
7.- Léales el cuento más corto del mundo, de Augusto Monterroso, El dinosaurio: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí”; e invítelos a crear cuentos cortos. Deles libertad para que puedan parodiar el cuento de Monterroso; permítales recrear en un dibujo una escena del cuento, hacer un mapa del sitio donde se hallaba el dinosaurio, o lo que ellos sea que se hayan imaginado al finalizar su lectura.
8.- Léales una ventana de Eduardo Galeano, o un haikus de Mario Benedetti. Invítelos a crear sus propias ventanas y haikus (explique, por supuesto, antes, lo que es una ventana y un haikus).
9.- Tome una frase de El Principito de Antoine de Saint Exupèry (o de cualquier otro libro que usted pretenda motivar su lectura), léala en voz alta a manera de reflexión antes de iniciar la clase. Dé a conocer la obra y su autor (de ser posible, lleve al aula un ejemplar de la obra), su nacionalidad, lugares y años que vivió, otras obras publicadas. Cuénteles por qué le gusta ese libro, el autor mismo, y qué cosas encuentra interesante en la lectura. Luego, dígales que el libro estará disponible para quienes deseen leerlo.
10.- Lea en voz alta una frase de un cuento o de una novela y pregunte qué cosas se imaginan, a qué los inspira, si han oído o leído antes la frase, si saben quién la escribió, y/o a qué obra pertenece. Deles toda la semana para que indaguen y al lunes siguiente le cuenten cómo les ha ido. Finalmente, presénteles la obra y al autor, léales un fragmento y disponga la obra para los interesados.
11.- Escoja un cuento, una novela, o un libro de poesía, y cada día lea fragmentos (si es poesía, lea un poema diario) en voz alta. Pregúnteles si les va gustando la historia del cuento o la novela, o el tipo de poesía que está leyendo. Invítelos a que alguien lea un trozo del cuento o novela, o recitar un poema en voz alta. Recuerde que si nadie quiere, no lo debe imponer.
12.- Dígales que ha invitado a la clase al hombre invisible (puede ser una mujer o un animal), y que les pide atención y respeto para el visitante. Si le preguntan que cómo se llama el visitante, invéntele un nombre, y rápidamente cuénteles un cuento sin que ellos se lo pidan. Recuerde que el cuento tiene que ser sobre el visitante, por tanto, invéntelo desde antes de ir a la clase.
13.- Póngales a oír alguna canción instrumental muy suave de manera que se puedan concentrar. Si cierran los ojos, el ejercicio tendrá un mejor resultado. Cada estudiante se acomodará en el aula como mejor se sienta: acostado, sentado, recostado en la pared, de pie, recostado en uno de sus compañeros/as, etc. Enseguida, que cada uno exprese de forma oral o escrita los sentimientos y emociones que le provocó la música.
14.- Incluya en su horario académico la Hora del Cuento o del Libro, o la hora de la lectura (si se puede inventar otro nombre, mejor) y dedíquelo con sus estudiantes a hablar de libros que usted haya leído y a conocer las lecturas favoritas o preferenciales de los mismos.
15.- Organice, en conjunto con la dirección del colegio, una vez al mes, el día de la lectura en el auditorio o un salón amplio. Expongan todos los libros que puedan tener (poesía, cuento, novela, ciencias, informática, etc.), y en vez de iniciar cantando el Himno Nacional o un discurso aburridor léase un cuento de humor, de manera que abra las puertas de la curiosidad y provoque el interés por leer algo de lo que hay.
16.- Celebre la semana del cuento hecho drama. Conforme grupos, según la cantidad de alumnos tenga en el aula, procure que ninguno sobrepase los seis miembros, y por sorteo reparta los cuentos una semana antes, de modo que tengan tiempo para leerlos y ponerse de acuerdo para el ensayo y la representación. Indíqueles que el único recurso a usar para su vestuario es la imaginación y la creatividad. Los cuentos se pueden representar uno por día, y al momento de hacerlo invite a los alumnos de los otros grados.
17.- Elabore la biografía de un poeta, cuentista, novelista, y ubíquela en el lugar que usted sienta que sus estudiantes frecuentan más dentro del aula de clases. Haga una lista de sus obras y que se pueden encontrar en la biblioteca. Invítelos a visitar la biblioteca escolar y prestar libros.
18.- Motive a un grupo de estudiantes a conseguir por Internet fotografías de autores, pídale que las impriman, y juntos elaboren el álbum fotográfico literario. Otro grupo puede elaborar sus biografías; otro, hacer una muestra de cuentos o poesía de los mismos. Organicen una exposición itinerante que recorra todas las aulas de clase, y que dure un día entero en cada una, de manera que incentiven al resto de estudiantes del colegio a hacer lo mismo o algo parecido.
19.- Escriba en pliegos de cartulina grande, en una columna, los nombres de personajes héroes de cuentos, como Caperucita Roja, Cenicienta, Gato con botas, Pinocho, Flautista de Hamelín, Hanzel y Gretel, Príncipe, Sirenita, y en otra columna, nombres de personajes villanos de los mismos cuentos, Lobo Feroz, Bruja, Madrastra, etc., dígales que reescriban las historias y cambien, en la medida de lo posible, a los personajes. Que cada uno lea el cuento que ha escrito.
20.- Conduzca a sus estudiantes fuera del aula e invítelos a observar todas las cosas u objetos que haya en el patio de la escuela. Pídales que cada uno identifique algún objeto que le parezca raro. Identificado el objeto, motívelos a escribir un poema, un cuento, una canción o un dibujo. Respecto al dibujo, que ellos decidan los materiales a usar. Luego, abra el diálogo para que cada estudiante cuente su experiencia. Si alguien no hizo nada o no quiere compartir, recuerde respetar su libertad.
21.- Construya junto a sus estudiantes una carpeta o álbum donde guarden sus trabajos literarios. Una vez al mes, dedique la clase al álbum o carpeta. Que cada estudiante revise sus escritos y los lea para mejorarlos. Usted sugiera qué cosas podría mejorar. Permita el intercambio de sugerencias entre ellos.
22.- Cree en el salón de clase o en los corredores del colegio un espacio para la realización de un Mural Literario donde sus alumnos exhiban los mejores de sus trabajos seleccionados del álbum o carpeta (entienda que “los mejores” serán escogidos por sus propios autores).
23.- Dedique por lo menos 20 minutos de su clase a leer en compañía de sus estudiantes. Que cada uno lea el libro (cuento o novela) de su preferencia. Dígales que hay libertad para leer como quieran, de pie, sentados o acostados. Pida que alguien lea en voz alta un fragmento de lo que lee, y si nadie es voluntario puede hacerlo usted, si no déjelos continuar con la lectura.
24.- Cuando pida a sus estudiantes leer en voz alta en clase, evite corregir sus errores de dicción y buena entonación; permítale leer hasta que él/ella desee. Siempre prémielo con un aplauso o con un “me gustó (gusta) cómo leíste (lees) ese cuento”.
25.- Recomiende para el fin de semana lecturas de obras y autores que usted considere de una gran calidad literaria; recuérdeles que no es tarea, que si alguien no quiere leer, no importa, pero que usted leerá las mismas obras y le gustaría compartirlas con ellos y platicar sobre los dramas que se narran en el libro.
Flor de María López, José Luis Núñez & Xiomara Sotelo
interpretando Sapo enamorado.
26.- Proponga reunirse el fin de semana en su casa o en la de uno de los compañeros para leer cuentos y novelas, poesías y ensayos. Dígales que es libre para quienes quieran participar, y si alguien tiene algún libro que proponer, que lo haga antes del viernes para darse un chance y buscarlo en la biblioteca escolar.
27.- Invítelos a un recital de poesía o lectura de cuentos que usted mismo ha organizado en el parque de su barrio, en la esquina de su cuadra, en la rotonda, en el bulevar, o en la misma entrada del colegio. Recuerde hacer una selección de todos los temas, desde románticos hasta sociales, científicos, mitológicos y fantásticos.


Jinotepe, 2007-2008 

José Luis Núñez 

jueves, 5 de abril de 2012

Apuntes sobre libros y literatura

A Propósito del 2 de abril, Día Internacional de la literatura y el libro infantil en honor a Hans Cristhian Andersen
José María "Chema" Campos compartiendo la lectura de un cuento en la 
Feria Internacional del Libro en Centroamérica, 22 de septiembre de 2007

1.- La literatura para niñas y niños es tan amplia, tan diversa y tan de buena calidad, pero tan poco vivida en las escuelas de Nicaragua, que las y los docentes no tienen otra alternativa sino que recurrir a los miserables libros de textos que destruyen el alma, aniquilan la creatividad y secuestran la imaginación. Y recurren a ellos no sólo como una necesidad ante la carencia sino empujados por las políticas educativas que hacen de la carencia una estrategia para matar el poco pensamiento que se escurre en las aulas de clase.
2.- Promover el gusto por los libros en nuestra niñez nicaragüense resulta una tarea bastante difícil si consideramos que nadie puede dar a otros lo que no tiene, lo que nunca ha recibido, y si tomamos en cuenta que a nuestros docentes nunca se les inculcó este gusto que no es ni tan nuevo pero sí tan poco promovido, todo intento sería un fracaso, una inversión inútil, si no se cuenta con las estrategias mínimas para vencer estas dificultades.
3.- La imaginación y la creatividad son como dos estómagos unidos e inseparables, tan inseparables que ni siquiera una intervención quirúrgica podría desunirlos. No es posible alimentar a uno y hacerle aguantar hambre al otro. Y la única manera de alimentarles es dándoles de comer un poquito de imaginación y otro poquito de creatividad. Este alimento es tan común y ni siquiera es escaso. Se le encuentra en los cuentos de hadas, en las fábulas, en los cuentos de caminos, en las aventuras del latinoamericano Tío Coyote y Tío Conejo, en las tradiciones indígenas, en fin, en los libros y en las mil y una historias que cuentan las abuelas y los abuelos a sus nietos.
4.- Si nuestras células necesitan de vitaminas para seguirse multiplicando y poder darle movilidad a nuestro cuerpo, de igual manera nuestro espíritu necesita de estímulos para estar más vivo, sentirse más vivo, para darle movilidad a esta nuestra vida que con pocas ganas ya camina hacia la desesperanza.
5.- Un docente que da de comer a sus estudiantes un poquito de imaginación y otro poquito de creatividad y que les da a beber jarabes de fantasía, sería un docente que ha despertado a una nueva realidad posible, un mundo de libertad plena, de sueños y esperanzas, de posibilidades infinitas, como el encontrarse con el yo, el reconocerse como sujeto de derecho y artífice de su propia historia. Pensar en un docente así es pensar y creer que el sistema no podría atar ni esclavizar a las personas por los siglos de los siglos.
6.- La Biblia cristiana tanto como El Popol Vuh (que es la Biblia Indígena, escrita por el pueblo maya-quiché) hablan de un proceso de creación, donde todas las cosas que vemos, tocamos y sentimos fueron puestas para el deleite de nuestros ojos, de nuestra boca, de nuestros oídos, de nuestra nariz, de nuestras manos y nuestros pies, para la satisfacción plena de nuestro espíritu que en el orgasmo universal forma un solo espíritu con el de los animales, el de los bosques y el de las estrellas. Pero ese proceso de creación fue solo una motivación inicial, no se ha terminado, continúa en cada niño, en cada niña, en cada mujer, en cada joven, en cada hombre, en cada persona que se sienta un rato a pensar, a buscar maneras y alternativas para enfrentar adversidades o festejar triunfos, celebrar victorias.
7.- Nadie, absolutamente nadie, en pleno siglo 21, podría argumentar la imposibilidad de alimentar nuestras fantasías y nuestros sueños. Nadie, absolutamente nadie, podría invocar carencias de creación literaria y justificar así el crimen que se comete contra tantos y tantos millones de niñas y niños que no asisten a la escuela y tampoco se les lee un cuento en cualquier parte de este planeta. La carencia económica tendría validez como argumento si y sólo si los pocos ingresos se destinan para medio nutrir los miles de pancitas que sufren ante la falta de un plato de frijoles y cundidas de parásitos, y no para ir a cancelar viejas deudas adquiridas en el vicio, tales como el consumo de cigarrillos, de alcohol, drogas, etc.
8.- Es comprensible que en una familia de recursos escasísimos y varios miembros, y de la cual el sistema sólo se ha preocupado por empobrecerla más, no se lea un libro, pero no se justifica, porque esta familia tiene iguales derechos aun si viviera en las extremidades más paupérrimas del planeta, lo mismo que una familia que vive con decencia y come hasta hartarse en la capital, en sus restaurantes, sus centros comerciales, y en todo eso que llaman “el pie derecho de la civilización”.
9.- El gusto por los libros y la lectura debemos entenderlo como un principio inviolable de autoestima y el desarrollo humano. Hay quienes se placen en tomar un trago de café amargo, una copa de vino para digerir la carne, en comer una fruta verde o madura. En el mundo existen tantos placeres y el de los libros y la lectura es sólo una referencia de lo que la persona humana necesita y tiene derecho a gozar.
10.- Leer es hacer el amor con la vida, es participar de la orgía más universal y la única permitida, es unirse en oración por los héroes que murieron, es provocar que la energía del cosmos alumbre en las mentes y en los hogares que, aun teniendo energía eléctrica, viven a oscuras.
11.- Conocimos a Caperucita Roja en una épica aventura con el lobo feroz, luego la vimos paseando por Manhattan, y más recientemente ha estado en la zona rosa. Hasta parece muy probable que antes del nuevo siglo Caperucita Roja se convierta en símbolo de redención humana o de perdición, visto, claro está, desde la otra esquina: deja de ser la niña amable e inocente y pasa a ser la coqueta, la atrevida, la domadora de lobos feroces.
12.- El lobo feroz ha sido convertido en un criminal, en un delincuente de primera clase, en un asesino carnívoro que mata sin piedad. Hasta parece que Jack el Destripador se inspiró en nuestro buen amigo. Sin embargo, el lobito feroz ha tenido la oportunidad de defenderse ante la humanidad que lo ha criminalizado y ha construido su propia versión de los hechos. Y así, ha contado a cada lector, como si de un jurado se tratara, cómo es que realmente sucedió aquello de que él se comió a la abuelita de Caperucita y a la misma Caperucita e inclusive a los tres cerditos.
13.- Caperucita Roja no era una niña buena como se nos ha hecho creer. Tampoco lo era su abuelita y menos su madre. El sufrido aquí fue el lobito feroz, víctima del enamoramiento de Caperucita, quien en complicidad con su abuelita y un poco de astucia de su madre sedujo al pobrecito lobito feroz. Ante la negativa de éste, lo acusó con los leñadores y pues ya sabemos cómo terminó la historia. ¡Ah! Lo de los tres cerditos fue un accidente, no era intención de nuestro lobito feroz comérselos. El lobito feroz se había resfriado y le dio gripe. Y buscando una casita donde guarecerse del frío y de alguna brisa, quiso tocar a la puerta de sus amigos, con tan mala suerte que antes de tocar se le vino un estornudo tan fuerte que derribó las casas. Fue un accidente, no homicidio. Y si se los comió es porque de todas maneras las aves de rapiña los hubieran devorado.
14.- Nosotros somos el jurado de conciencia, aunque por conciencia hemos condenado a tantos inocentes. Y como tal, es nuestra obligación moral, social y políticamente correcta, hacer saber al lector nuestro veredicto y nuestra sentencia. La culpa, al final, no es ni de Caperucita Roja ni de nuestro buen amigo el Lobo Feroz sino de las épocas y de los malos escritores que son tan malos que pretenden darnos clases de moral cuando sólo deberían hacernos reír con sus historias.
15.- La literatura me ha enseñado que lo que una mujer o un hombre escribe es únicamente un retrato hablado de su propia figura, de su decadencia o de su realización como ser humano. Es así que descubrí a Hans Cristhian Andersen como un verdadero patito feo, luchando por alzar vuelo y conquistar las alturas como lo hacían sus amigos los gansos. Y a Mario Montenegro, como un caballito que se fuga de las páginas del cuaderno donde su propio hijo lo ha dibujado. A Leo Lionni, defendiendo el arte, con Frederick, uno de sus tantos hijos. Y me descubrí a mí, como un payaso de nombre Peluquín que quiere hacer una gran fiesta para las niñas y niños del mundo entero, donde la Princesa Luna y las luciérnagas, sus damas de compañía, serían homenajeadas por dar tanta luz y color a nuestras vidas.
16.- Para viajar a otros países ya no necesitamos de visas ni pasaportes. Basta que nos montemos en un libro. Basta que nos subamos en el Caballito de Palo y nos echemos a volar. Basta que le estrechemos nuestras manos a Tikki-Tikki Tembo. Basta que nos lancemos al mar y vivamos aventuras con el Pez Arco Iris. Basta que hablemos con María Candelaria y nos cuente de sus mazorcas. Estamos acabando con las fronteras sociales, literarias, culturales, aunque las fronteras geográficas las mantengamos por si acaso algún agente infiltrado que quiera presumir de libertad.
17.- La magia de leer y contar cuentos antes de dormir es un episodio que se ha registrado repetidas veces en la historia de la humanidad. Dormirse tranquilamente, después de haber leído o escuchado una lectura, te da la posibilidad de tener sueños relajados y de superar las pesadillas. Si en las pesadillas te perseguían los monstruos, en los sueños viajas por los caminos del arco iris, en la vida real ya puedes sentirte orgulloso y levantar en alto tu mano proclamando una victoria. Los libros nos hacen héroes. Y nos hacen libres para vivir en libertad.
18.- El octavo pecado capital debería ser declarado como la negación de los adultos a que las niñas y niños escuchen o lean. Y el castigo para quien incurra en este pecado debería ser ponerlo a dormir sobre una cama de libros de todos los tamaños, todos los colores y todas las historias posibles, hasta que se redima escribiendo y leyendo sobre sí.
19.- Sin duda alguna, el libro representa la octava maravilla del mundo y como tal se le debería dar ese título y todas las librerías y bibliotecas del mundo, así mismo, ostentar dicho título a grandes rasgos con diferentes tipos de letras, formas y colores, en sus entradas principales, sus paredes. De ser posible, que al libro se le pudiera poner en un altar.
20.- Es cierto que la mayor cantidad de libros posible se encuentra en las bibliotecas. Sin embargo, una biblioteca no es el lugar idóneo para un libro como tampoco la cárcel es el lugar apropiado para una persona decente y buena conducta. El encierro es para los delincuentes y criminales que atentan contra la paz y el bien común de nuestras sociedades. Pero si a un libro se le encierra detrás de una vitrina y se le pone etiquetas de clasificación sería porque alguien ya lo hubiere considerado como una amenaza, alguien que provoca la subversión de los pueblos, que desestabiliza la tranquilidad de las sociedades anquilosadas y que podría terminar en una revolución.
21.- La biblioteca no es un templo sagrado como para que se me prohíba leer en voz alta. Leer en voz alta es establecer un diálogo, es conversar con nuestro amigo el libro. Y en un diálogo hablamos los dos. Interactuamos los dos. Reímos los dos y lloramos los dos. Es la única conversación donde podemos contar abiertamente nuestros secretos, fantasías y miedos y tenemos la plena seguridad de que siempre será un secreto, una fantasía y un miedo, porque el libro es nuestro amigo, es fiel, nunca nos hará una traición.
22.- Cuando queramos entender algunas situaciones difíciles de la vida, pidámosle consejo al Principito. Si queremos saber cómo se desangran las flores, leamos Historia de una Rosa. Si queremos vivir aventuras, viajemos con Gulliver o démosle la vuelta al mundo en ochenta días. Si queremos volver a nuestra niñez, transformémonos en Peter Pan. No hay nada más hermoso que hacer las cosas que más nos gustan y que nos guste todo lo que hacemos.
23.- Podemos vivir arrechos durante cinco noches o buscarnos un diente, si nos falta, para que el amor de nuestra vida se anime, al fin, a darnos un beso. Podemos, si lo deseamos, hacernos invisibles y para volver a ser visibles robarle a la noche un pedacito de su oscuridad. Podemos luchar contra el dragón que quemaba cien bosques enteros en tan sólo diez segundos y salvar a la princesa Elizabeth y al príncipe Ronaldo, o dejar morir al príncipe y quedarnos con la princesa. O podríamos convertirnos en una cosa hambrienta y pedir más comida en un lenguaje que nadie nos pudiera entender.
24.- El libro no es un maestro, pero enseña; no es catequista ni religioso, pero adoctrina; no es un payaso, pero nos hace reír con tantas cosas inverosímiles; no es un mago, pero nos gustan las cosas que hace aparecer y desaparecer; no es un ladrón, pero nos roba nuestro tiempo y nos lo devuelve enriquecido; no es un hermano, pero hace que nos sintamos comprendidos; no es nuestro amante, pero nos permite vivir el mejor de los placeres.
25.- Una niña o un niño que no lee, se está privando de alcanzar el nirvana. Las abuelas y los abuelos que leen, tienen asegurada su resurrección. Las personas que queman libros son asesinos del pensamiento, homicidas de las ideas. Y los presos que leen, tienen segura su libertad. Los campesinos que leen, no serán más esclavos del trabajo ni del patrón. Y los patrones que leen, son condescendientes con sus trabajadores y practican la justicia.
26.- No existen ni buenos ni malos libros. Tampoco existen buenos o malos escritores. Son los editores los malos. Son ellos los que hacen que un libro no sea del agrado de cierto público. Es culpa de los editores si un libro es escupido o tirado a la basura. Los ilustradores también tienen su parte de culpa, al no leer correctamente las historias y plantear en imágenes lo que según ellos es lo adecuado, lo que sería del gusto de las niñas y niños.
27.- Un libro recoge la memoria de la humanidad. Sus deseos, sus miedos, sus ambiciones, sus fracasos y sus trampas. En sus páginas se pinta con acuarelas y al carbón mil y una historias que nunca hemos contado ni escuchado. Historias sin fin. Historias de amor. Historias de bandidos. Revelaciones misteriosas. De visitantes nocturnos que vienen del más allá. De expediciones a través del tiempo.
28.- Al leer se desarrolla una relación tan estrecha, tan íntima, entre el libro y el lector, que uno como lector termina siendo cómplice. Y cuando no, suplanta al personaje-protagonista y se roba la historia, asume la historia como de sí. Al leer, uno se introduce tanto en la historia que termina siendo parte de ella.
29.- Las mejores aventuras que una niña o un niño podría vivir es escuchar un cuento sentado en las piernas de su madre o de su padre. Esta imagen formará parte de los grandes tesoros que el niño o la niña cuidará por siempre y la guardará en su memoria. Bien puede ser una leyenda indígena, una historia de familia, o algo de las múltiples andanzas que en la época de adolescente se vivieron.
Un patito feo llamado Hans Cristhian Andersen
30.- El mundo literario infantil es un mundo poco explorado. Pocas personas asumen el riesgo escribiendo una historia que ignoran si tendrá o no aceptación. Resulta más fácil escribir para lectores con experiencia, lectores avanzados, que podrían digerir, si no con facilidad, al menos, con cierta regularidad uno que otro libro cuyo tema resulte de interés, y no para lectores que apenas empiezan a formarse y que son bombardeados constantemente por la TV y las historias que han sido degeneradas por Disney World.
31.- Aventurarse a escribir para niñas y niños es un privilegio de pocos. Sin embargo, el éxito de la literatura infantil no radica en escribir para niñas y niños del mundo entero sino en escribir lo que a nuestro niño interior le interesa. Escribir para uno mismo, pues. Cuanto más un escritor escriba sobre sí mismo o permita el reflejo de sus pasiones en todo lo que escribe, más aceptación tendrá. Ese es el secreto y el arte de saber comunicarse.

El Viejo, 2 y 3 de abril de 2012

José Luis Núñez