domingo, 6 de mayo de 2012

Mario Montenegro: entre el cuento, la música y la pintura



El más grande exponente de la literatura infantil nicaragüense

Mario Montenegro. Feria Internacional del Libro en Centroamérica
1.- Mario Montenegro, poeta peregrino y errante en los colores del arco iris; pintor y trovador de sueños y esperanzas; tejedor de armonías; escultor de la palabra, de la música y la idea que conspiran en el arte de recrear y provocar emociones. Es dueño y creador de su propio mundo: un mundo fantástico, alegre y compartido; se cobija en las alas de las mariposas con el susurro del viento que le canta al oído.
2.- En su mundo no hay espacio para la nostalgia ni el dolor, o más bien no permite que hagan nido en su sabio corazón de niño, porque todos esos sentimientos los convierte en jazmines para adornar las ventanas de su natal Pueblo Verde. Las aventuras, el deseo de vivir, correr tras la aurora bajo un aguacero de poesía, dormir en la orilla de los versos mientras se columpia en su hamaca-pentagrama, y despertar con el beso de la inocencia: un regalo para contagiar al planeta de su alegría, para inyectarle adrenalina, y volverlo al caudal serpenteante de la vida.
3.- En el patio de su casa, que no es muy grande, pero lo suficientemente cómoda para él, sus hijos y alguno que otro amigo que le visite, comiendo hierba fresca y margaritas, yacen un par de flamantes corceles: un caballito de cartón y un caballito de palo. Con el primero, navega entre las constelaciones; de salto en salto sobre los astros, saluda la refulgencia y la majestuosidad de las estrellas azules, y él mismo se transforma en un conejito azul que vaga y vaga por el espacio. Con su caballito de palo, recorre el campo de las higueras, montañas y valles para oír el canto del tucán, la canción del río, y regresa por las calles empedradas del barrio sonando los timbales de los cascos de su caballo.
4.- Mario Montenegro es una leyenda hecha realidad, una canción de agua para vestir la armonía del fuego. Cada vez que pulsa las cuerdas de su guitarra dispara, sobre el público que lo escucha y lo ovaciona, balas de amor y ternura. Mario Montenegro se desnuda, se desviste, se quita la ropa sucia y se permite ser él mismo, sin el ropaje ni el disfraz que la sociedad nos impone. No se niega a gozar de la salud del aire, ni menos, a procurar ser una persona natural: con los mismos sueños y fantasías, las risas en las calles, y las canciones que estremecen el coqueteo de la luna reflejada en el fondo del mar azul.
5.- Es un artista concebido en el vientre del pueblo, nacido de un orgasmo entre el burro Gricelio y la burrita Mercedes, habitante anónimo del corazón de la gente; toda su obra es un río de colores que fluye como manantial en el charco de la alegría hacia las venas subterráneas, terrestres y aéreas de su Nicaragua: “tan bella, tan nuestra, tan jodida… pero tan nuestra”. Su entusiasmo por la vida es inigualable, y su talento una herencia innegable. El único entre los artistas nicaragüenses que se ha dedicado, por más de treinta años, a la creación de literatura infantil: cuentos y canciones. Mario Montenegro es el más grande exponente de la literatura infantil.
6.- Pudiéramos comparar a Mario Montenegro con el clásico mexicano Cepillín, y a diferencia de éste, Mario no escribe ni canta para niños (según sus propias palabras), sino para él mismo, y no para alimentar su ego, sino para arrullar y alimentar al niño que no ha dejado de vivir ni de soñar, muy a pesar del medio siglo que ya carga en sus hombros. Los personajes de sus cuentos, canciones y pinturas (y aun, los que viven dentro de él), son más que protagonistas de una historia. Son sus hijos. Una proyección de la paz y la energía cósmica que reina en su existir. No son sólo pensamientos ni sentimientos expuestos en una escena, sino animadores fantásticos de nuestra realidad, “para que se muera de arrechura la tristeza”, según sus palabras.
7.- Alguna vez Mario Montenegro afirmó que no conoce de técnicas para el ejercicio creativo de la escritura, sino que se permite con toda la libertad del mundo que la inspiración llegue, lo abrace, lo acose, y al instante lo deje. Entonces, él toma la idea, los vestigios de esa entidad, y la va moldeando como el más hábil alfarero, hasta darle las dimensiones precisas y adquiera la forma de un cuento, una canción o una pintura. Cree en la inspiración, pero cree más en el oficio.
8.- Será por todo esto que la vida lo ha premiado con tantos hijos. Puedo asegurar, me atrevo y corro el riesgo, que entre sus hijos predilectos está la cabra Antonia, simpática y juguetona, pero también rebelde y atrevida. Y no cabe la menor duda que Mario Montenegro es el padre tierno y amoroso que le canta el arrurú a su pobre negrito mientras lo hamaquea en sus brazos para que se duerma, con la ilusión de despertar en un mundo “donde no haya ricos ni pobres”, que “sí será mejor”.
Mario Montenegro. Feria Internacional del Libro en Centroamérica
9.- Que si Mario Montenegro tiene una musa que lo inspire, ¡no lo creo!, y si acaso la tiene, será la niña Mercedes o la nanita Engracia o la luna. Él escribe, de la misma manera que nosotros soñamos, mientras Serafín bebe en su taza de café, o Juan José mira por la ventana un archipiélago de estrellas que gira y gira  en torno de la luna. Todas las personas tenemos un fantasma que nos atormenta o que hace de ángel de la guarda, no así Mario, que tiene a la Gárgola, y la suelta en las noches para que contemple los valles y la ciudad y al volver le lleve historias acerca de los dioses de la tierra.
10.- Mario Montenegro es poeta, cantautor, pintor, pero ante todo y sobre todo, es persona, del origen más humilde; es el hombre que se pasea entre el bullicio de la gente; un niño atrapado en el cuerpo y la responsabilidad de ser adulto; y en sus ojos brilla el canto de la selva, la risa del jabalí, su pasión por la vida, y no el símbolo de una moneda… Con el legado de mis abuelos, los indios Lencas que habitaron las islas y las costas del Golfo de Fonseca, me quito mi sombrero de palma y lo extiendo a Su Majestad con el orgullo de mis patas polvosas y de mi ser nicaragüense… Mario Montenegro, ¡loado seas!

Jinotepe, 6 de abril de 2006

José Luis Núñez