El más grande exponente de la literatura infantil nicaragüense
Mario Montenegro. Feria Internacional del Libro en Centroamérica |
2.- En su mundo no
hay espacio para la nostalgia ni el dolor, o más bien no permite que hagan nido
en su sabio corazón de niño, porque todos esos sentimientos los convierte en
jazmines para adornar las ventanas de su natal Pueblo Verde. Las aventuras, el
deseo de vivir, correr tras la aurora bajo un aguacero de poesía, dormir en la
orilla de los versos mientras se columpia en su hamaca-pentagrama, y despertar
con el beso de la inocencia: un regalo para contagiar al planeta de su alegría,
para inyectarle adrenalina, y volverlo al caudal serpenteante de la vida.
3.- En el patio de
su casa, que no es muy grande, pero lo suficientemente cómoda para él, sus
hijos y alguno que otro amigo que le visite, comiendo hierba fresca y
margaritas, yacen un par de flamantes corceles: un caballito de cartón y un
caballito de palo. Con el primero, navega entre las constelaciones; de salto en
salto sobre los astros, saluda la refulgencia y la majestuosidad de las
estrellas azules, y él mismo se transforma en un conejito azul que vaga y vaga
por el espacio. Con su caballito de palo, recorre el campo de las higueras,
montañas y valles para oír el canto del tucán, la canción del río, y regresa
por las calles empedradas del barrio sonando los timbales de los cascos de su
caballo.
4.- Mario Montenegro
es una leyenda hecha realidad, una canción de agua para vestir la armonía del
fuego. Cada vez que pulsa las cuerdas de su guitarra dispara, sobre el público
que lo escucha y lo ovaciona, balas de amor y ternura. Mario Montenegro se
desnuda, se desviste, se quita la ropa sucia y se permite ser él mismo, sin el
ropaje ni el disfraz que la sociedad nos impone. No se niega a gozar de la
salud del aire, ni menos, a procurar ser una persona natural: con los mismos
sueños y fantasías, las risas en las calles, y las canciones que estremecen el
coqueteo de la luna reflejada en el fondo del mar azul.
5.- Es un artista
concebido en el vientre del pueblo, nacido de un orgasmo entre el burro
Gricelio y la burrita Mercedes, habitante anónimo del corazón de la gente; toda
su obra es un río de colores que fluye como manantial en el charco de la
alegría hacia las venas subterráneas, terrestres y aéreas de su Nicaragua: “tan
bella, tan nuestra, tan jodida… pero tan nuestra”. Su entusiasmo por la vida es
inigualable, y su talento una herencia innegable. El único entre los artistas
nicaragüenses que se ha dedicado, por más de treinta años, a la creación de
literatura infantil: cuentos y canciones. Mario Montenegro es el más grande
exponente de la literatura infantil.
6.- Pudiéramos
comparar a Mario Montenegro con el clásico mexicano Cepillín, y a diferencia de
éste, Mario no escribe ni canta para niños (según sus propias palabras), sino
para él mismo, y no para alimentar su ego, sino para arrullar y alimentar al
niño que no ha dejado de vivir ni de soñar, muy a pesar del medio siglo que ya
carga en sus hombros. Los personajes de sus cuentos, canciones y pinturas (y
aun, los que viven dentro de él), son más que protagonistas de una historia.
Son sus hijos. Una proyección de la paz y la energía cósmica que reina en su
existir. No son sólo pensamientos ni sentimientos expuestos en una escena, sino
animadores fantásticos de nuestra realidad, “para que se muera de arrechura la
tristeza”, según sus palabras.
7.- Alguna vez Mario
Montenegro afirmó que no conoce de técnicas para el ejercicio creativo de la
escritura, sino que se permite con toda la libertad del mundo que la
inspiración llegue, lo abrace, lo acose, y al instante lo deje. Entonces, él
toma la idea, los vestigios de esa entidad, y la va moldeando como el más hábil
alfarero, hasta darle las dimensiones precisas y adquiera la forma de un
cuento, una canción o una pintura. Cree en la inspiración, pero cree más en el
oficio.
8.- Será por todo
esto que la vida lo ha premiado con tantos hijos. Puedo asegurar, me atrevo y
corro el riesgo, que entre sus hijos predilectos está la cabra Antonia,
simpática y juguetona, pero también rebelde y atrevida. Y no cabe la menor duda
que Mario Montenegro es el padre tierno y amoroso que le canta el arrurú a su
pobre negrito mientras lo hamaquea en sus brazos para que se duerma, con la
ilusión de despertar en un mundo “donde no haya ricos ni pobres”, que “sí será
mejor”.
Mario Montenegro. Feria Internacional del Libro en Centroamérica |
10.- Mario Montenegro
es poeta, cantautor, pintor, pero ante todo y sobre todo, es persona, del
origen más humilde; es el hombre que se pasea entre el bullicio de la gente; un
niño atrapado en el cuerpo y la responsabilidad de ser adulto; y en sus ojos
brilla el canto de la selva, la risa del jabalí, su pasión por la vida, y no el
símbolo de una moneda… Con el legado de mis abuelos, los indios Lencas que
habitaron las islas y las costas del Golfo de Fonseca, me quito mi sombrero de
palma y lo extiendo a Su Majestad con el orgullo de mis patas polvosas y de mi
ser nicaragüense… Mario Montenegro, ¡loado seas!
Jinotepe, 6 de abril
de 2006
José Luis Núñez
José Luis Núñez